Piedras atadas a mi piel
mientras pobremente camino,
mi pie es solo estrabismo
de un perfume de Alcatraz,
tus dedos ahuyentan lejos
la enfermedad y la tempestad
pero gustoso revolcándome
insisto en el desaliento,
en el sufrir de nuestro vivir,
no miento si te digo que siento
derramarse mi alma en tu mano,
a veces pienso que el viento
es un Dios que me susurra
odio y remordimiento...
Entonces viviré sin mi proporción
de oxigeno diario,
alejare a ese falso consejero,
me arrodillare a cambiarlo
a manosearlo, queda poca semana
una ultima oportunidad
quizás la verdad es demencia,
mi debilidad me hace creer
en extraterrestres
sin saber que el único demente
esta sentado en este taburete
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